Pirañas
Cansados de cenar cada jueves lo mismo, decidieron buscar un nuevo lugar para encontrarse. El grupo de amigos -de entre tres y ocho integrantes cada semana- esta vez optó por un restarán que recomendó el Turco, uno de los que -"Llueva o truene", como le gusta decir- siempre está.
-Tenía entendido que el lugar se llamaba Popeye -exclamó sorprendido Francisco cuando llegaron a la puerta del restorán.
-No, yo dije Pop Pesce -aclaró el Turco entre risas-. De todos modos, acá se especializan en pescados y mariscos, y Popeye también era marinero. Todo queda en familia.
-Uy, yo me había imaginado un salón ambientado tipo los años cincuenta, con personajes de cómics y dibujos animados de la tele...
-Qué imaginación la tuya -interrumpió el Turco-. Dale entremos que está medio fresco para esperar en la vereda.
La "Cantina Popular Pesce" abrió a principios del siglo XX y pertenecía a una familia italiana, pero tras la crisis de 2001 quebraron y cerraron las puertas definitivamente. Luego, los nuevos dueños decidieron transformar la cantina en un restorán y para darle aires de modernidad, pasaron de "Popular" a "Pop" y así fue como cambió el nombre del lugar. Sin embargo, continuaron con un menú exclusivo de pescados y frutos de mar.
-¿Cómo anda la banda? -saludó Ramiro al acercarse a la mesa en la que ya estaban ubicados el Turco y Francisco.
-¿Viniste con guardaespaldas? -preguntó el Turco al notar que llegaba acompañado por un desconocido.
-Él es Juanjo, un amigo del trabajo que se va a sumar a este excelso grupo de los jueves, siempre y cuando las autoridades pertinentes así lo permitan -señaló Ramiro frunciendo el ceño.
-Nuevo miembro aprobado -sentenció el Turco siguiendo la broma y poniéndose de pie para estrecharle la mano.
-Lo mismo digo -agregó escuetamente Francisco-. Soy Fran, Fran Serenelli. Un gusto.
-Yo soy Juanjo y seguiré siendo Juanjo. No creo que quiera cambiar de sexo como en tu caso.
-¿Cuándo dije eso? -cuestionó desconcertado.
-Recién, Fran. Me dijiste "seré Nelly" con mucho orgullo y está bien, cada uno elige vivir como quiere.
-Uy, qué gracioso que es tu amigo, Ramiro. ¿Trabajan juntos en un circo?
Todos lloraban de la risa cuando se aproximó la moza, les ofreció el menú y preguntó qué iban a tomar. Los cuatro acordaron tomar cerveza y pidieron unos maníes antes de decidir qué cenarían.
-Les cuento. El plato del día es paella valenciana -detalló la mesera-, también tenemos tabla de mariscos, lenguado al roquefort, filet de merluza con puré, rabas...
-Espectacular -acotó el Turco-. Estamos esperando a un par de amigos. Cuando lleguen te llamamos. Gracias.
-Conocías este lugar o alguien te lo recomendó? -quiso saber Ramiro.
-Vine el fin de semana pasado con una mina que conocí en el gimnasio -reveló el Turco.
-Ah, miralo al Turquito, ahora se dedica al deporte.
-Deciles que te devuelvan la guita, Turco, cada día tenés más panza -agregó Francisco clavándole un dedo en el abdomen.
-Qué manga de boludos, por favor! -exclamó levantando las manos al cielo y entrecerrando los ojos-. Unos días antes fuimos con mi socio a hacer el mantenimiento de un aire acondicionado y ahí nos conocimos.
Unos minutos más tarde se sumaron a la mesa Pipo, Rulo y Jacinto. El Pop Pesce se encontraba lleno y los siete amigos conversaban sobre temas diversos: fútbol, economía, trabajo... pero no se ponían de acuerdo sobre los platos que iban a pedir. El Turco llamó a la moza.
-Ya estamos todos, señorita, sin embargo todavía no nos decidimos...
-Disculpen la torpeza, pero antes, cuando les traje el menú, me olvidé de contarles que hay una opción para que la cena sea gratuita.
Todos la miraron con atención y asombro. Unos refregaron sus manos, Ramiro aplaudió, mientras que Pipo y Jacinto se abrazaron fingiendo emoción.
-¿Vieron esos estanques? -preguntó la mesera señalando a un costado-. Bien, aquel o aquellos que pesquen sus propios peces con la mano, podrán consumirlos sin costo y sólo abonarán la bebida. Una última aclaración, los peces se ven inofensivos, pero son pirañas del Amazonas.
Los guionistas de Hollywood nos hicieron creer que las pirañas de vientre rojo (Pygocentrus nattereri) están a la altura de los tiburones como unas de las criaturas acuáticas más peligrosas del planeta y que en cuestión de segundos, al encontrarnos con ellas en el agua, quedaríamos reducidos a un reluciente montón de huesos.
El mito dice que viajan en bancos para atacar en grupo. En realidad, es para protegerse de los depredadores. Lo cierto es que las pirañas ocupan un eslabón muy bajo en la cadena alimentaria y son presa de aves, delfines, caimanes y peces más grandes.
La mayoría de los ataques ocurren cuando las pirañas están estresadas, como durante la época de reproducción, cuando protegen sus nidos. En este momento, se muestran agresivas y muerden cualquier cosa que consideren una amenaza. Sin embargo, los estudios demuestran que incluso estas mordeduras suelen ser de advertencia, no un intento de matar al animal invasor.
-¿Esto es una broma, no? -preguntó Juanjo, el flamante miembro del grupo de los jueves mirando al Turco a los ojos.
-Si querés te traigo una escupidera -chicaneó Francisco.
-¿Vos decís que yo los traje acá engañados y que preparé todo este asunto con la moza para ponerte en aprietos? Convengamos que acabo de conocerte y no sabía que ibas a venir -agregó el Turco indignado.
-No hablo de engaño ni tengo miedo a esas palometas de cuarta que son más chicas que las que pescábamos en el arroyo de mi barrio. Mirá si van a traer pirañas del Amazonas...
-Si no tenés miedo, entonces meté la mano y sacá una palometa para cada uno -lo apuró el Rulo que se había mantenido casi sin hablar desde su llegada al restorán.
-¿No se dan cuenta que no hay nadie pescando? ¿Son todos millonarios, prefieren pagar antes que comer gratis o son todos cagones? -señaló Juanjo con criterio.
-Millonarios acá no hay, por lo tanto serán todos cagones -apuntó el Turco.
-Viendo que el nuevo miembro no tiene huevos, me voy a encargar yo -retrucó Jacinto después de tomar otro trago de cerveza.
-Ese es mi amigo, el que nunca le hace asco a ningún bagre o vieja del agua. Cómo no se va a atrever a manotear una de estas domésticas pirañas en cautiverio -argumentó el Turco levantado la mano y volviendo a llamar a la moza que estaba distraída con su celular. Volvió a insistir hasta que fue visto.
Los ataques de las pirañas también coinciden con la estación seca, cuando el alimento escasea y grandes cantidades de peces suelen quedar atrapadas en charcas poco profundas al evaporarse el agua. Entonces se arriesgan a atacar algo más grande que ellas para sobrevivir, dado que pueden pasar semanas sin alimento, incluso esto es un último recurso.
Esta especie de peces voraces de hábitos carnívoros (que ocasionalmente o en sus etapas juveniles también son omnívoros) se sienten atraídos por ruidos asociados con la fruta que cae al agua y con los animales que forcejean. Por eso, a veces pueden confundir a una persona nadando o chapoteando con algo que asocian con comida. Quienes planeen aventuras en la Amazonia pueden consolarse sabiendo que la gran mayoría de los ataques resultan en lesiones leves.
-¿Ya decidieron, caballeros? -preguntó la moza.
Juanjo amagó a decir algo, pero finalmente se mantuvo en silencio y se llevó a la boca un par de maníes que masticó ruidosamente.
-Este excelso grupo de valientes -y de secos, añadió Ramiro- ya tomó una decisión arriesgada y definitiva. Nuestro experto paseador de bagres y viejas del agua, acostumbrado a meter la mano donde nadie se lo pide, será el encargado de esta odisea -manifestó el Turco señalando a Jacinto que se levantó las mangas de la camisa, se acomodó el jopo entrecano y con voz impostada anunció:
-Cuatro porciones de rabas y tres de papas con cheddar y verdeo.
Marcelo Rivero
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