A 50 años del Adiós de Sui Generis: el show que marcó un antes y un después en el rock argentino
El 5 de septiembre de 1975, el Luna Park fue escenario de uno de los momentos más emblemáticos de la historia del rock argentino: la despedida de Sui Generis, el dúo conformado por Charly García y Nito Mestre.
Aquella noche, ante casi 30 mil personas en dos funciones consecutivas, el grupo cerraba su breve pero poderosa carrera con un espectáculo sin precedentes. Cincuenta años después, aquel "Adiós Sui Generis" sigue resonando como un hito cultural.
El adiós más grande del rock nacional
La magnitud del evento fue inédita: dos funciones en una sola noche, discos en vivo y una película dirigida por Bebe Kamin. La primera función, prevista para las 20:30, agotó sus entradas rápidamente. Se imprimieron 5 mil adicionales y, ante la demanda, se organizó un segundo show —improvisado el mismo día— que comenzó pasada la medianoche. La logística fue asombrosa: se evacuó al primer público y se permitió el ingreso de otros 12 mil fans sin incidentes.
Las grabaciones de aquellos conciertos fueron plasmadas en los álbumes Adiós Sui Generis Vol. I y II (1975), y más tarde, en 1996, un tercer volumen rescató material inédito. La película, sin embargo, fue catalogada como apta para mayores de 18 años, pese a que la mayoría de sus espectadores eran adolescentes.
Una revolución adolescente
Sui Generis nació a fines de los años 60 en el Instituto Social Militar “Dr. Dámaso Centeno”, donde García y Mestre coincidieron como estudiantes. El grupo comenzó como sexteto, pasó a cuarteto, y finalmente se consolidó como dúo, con Charly a cargo de piano, sintetizadores y guitarras, y Nito en guitarra y flauta traversa. En menos de tres años editaron tres álbumes fundamentales: Vida (1972), Confesiones de invierno (1973) y Pequeñas anécdotas sobre las instituciones (1974).
Su música, una fusión de folk, rock progresivo y sinfónico, fue la banda sonora de toda una generación. Le cantaron a los adolescentes sin complejidades innecesarias, con letras que podían ser tocadas con una guitarra criolla en cualquier fogón. Esa cercanía fue su revolución.
El giro musical y el final inevitable
Con el tercer disco, Sui Generis se transformó. La incorporación de Juan Rodríguez (batería) y Rinaldo Rafanelli (bajo) dotó al grupo de una sonoridad más compleja y eléctrica. Las letras se tornaron más densas, reflejando el clima político y social del país. El salto artístico fue notorio, pero también generó críticas. Muchos fans pedían el regreso al estilo más simple y acústico de sus inicios.
La tensión creativa entre Charly y Nito era evidente. Charly ya proyectaba su futuro con La Máquina de Hacer Pájaros, mientras Nito imaginaba su camino con Los Desconocidos de Siempre. La decisión de separarse fue tomada en medio de ese 1975, pero aún faltaba el acto final.
Una despedida con disco, película y récord de público
El productor Jorge Álvarez fue quien impulsó la idea de una despedida a lo grande: un show, un disco doble y una película. El plan, ambicioso y sin antecedentes en el país, se concretó de manera impecable. La noche del 5 de septiembre Sui Generis hizo historia.
Durante los recitales, se escucharon versiones extensas y virtuosas de clásicos como “Tango en segunda” o “Un hada, un cisne”, con influencias del jazz, el funk y el rock progresivo internacional. La banda mostró su máxima madurez artística antes de decir adiós.
Después del adiós
Aunque la despedida oficial fue en Buenos Aires, aún quedaban compromisos en el interior: Córdoba, Rosario y una gira por la Patagonia. Esta última, sin embargo, fue caótica. En Caleta Olivia sufrieron un accidente en la ruta, perdieron instrumentos y hasta fueron víctimas de un robo en el aeropuerto de Comodoro Rivadavia. Aquel viaje selló definitivamente el final.
Rinaldo Rafanelli lo recuerda así: “Cuando llegamos a Buenos Aires, tomamos un taxi con Nito. Otro taxi nos chocó. Dijimos: ‘Sui Generis se tiene que terminar ahora’. No hacía falta ponerse místico para entenderlo”.
El legado
Sui Generis no sólo se fue en su mejor momento, sino que dejó un legado profundo. Algunas canciones compuestas para un cuarto disco que nunca se concretó —titulado tentativamente Ha sido (o “Ácido”, en clave irónica)— encontraron lugar en los nuevos proyectos de Charly y Nito. “Fabricante de mentiras” apareció en Los Desconocidos de Siempre, “Bubulina” en La Máquina de Hacer Pájaros, y “Nena”, reformulada como “Eiti Leda”, en el debut de Serú Girán.
Cincuenta años después, el "Adiós Sui Generis" no es solo un recuerdo: es una marca indeleble en la historia del rock argentino. Un momento donde el arte, la juventud y la música se fundieron en una despedida inolvidable.


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